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jueves, 31 de agosto de 2017

La hora 11:11 ¿Casualidad o el código de los elegidos?

Al plantear este espeluznante tema partimos de dos premisas principales, la primera es que las casualidades no existen y la segunda es que estamos viviendo en los tiempos del fin. Ya teniendo claras ambas realidades, procedemos a adentrarnos en la interpretación del enigma detrás de la hora 11:11 en medio del contexto actual. Seguramente en los últimos días te ha sucedido muy seguido que ves tu reloj justamente cuando marca esta hora dos veces al día, e incluso se han conocido casos de personas que comienzan a ver esta nomenclatura por todas partes, llamando poderosamente su atención y llevándoles a indagar en su significado real.

El llamado de los elegidos para la obra final


Sabiendo que vivimos en los últimos días de nuestro mundo, también debemos estar al tanto de que el destino eterno del universo se dirimirá en una espectacular batalla final que tendrá lugar en la Tierra, la cual, será el desenlace culminante del conflicto de los siglos entre las fuerzas del bien y las huestes malignas comandadas por el gran dragón.
En este sentido, ambas fuerzas se mantienen llamando y marcando a sus militantes, por lo que, la hora 11:11 se ha convertido en el código de los elegidos por Satán para culminar su obra en la Tierra y preparar el escenario para su anhelada victoria sobre los ejércitos celestiales, que le daría el control absoluto sobre el destino de la humanidad.
Las personas predestinadas a formar parte de las huestes del príncipe de las tinieblas comienzan a percatarse del código 11:11 en la hora, y si no atienden el llamado este comienza a presentársele encriptado en placas de vehículos, cuentas bancarias, números de teléfonos, entre otros lugares, hasta que la persona entiende que dicha numeración contiene un mensaje importante que debe interpretar y actuar en consecuencia.
Sin embargo, es pertinente destacar que el libre albedrío sigue vigente, por lo que, si lo deseas puedes rechazar este llamado por el resto de tu vida, hasta que el siniestro convocante desista de la idea de sumarte a sus filas.

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